Este
caballero fue uno de los personajes más influyentes de los bandos y
disturbios nobiliarios acaecidos durante el reinado de Juan II, pues,
como afirma Fernán Pérez de Guzmán, en sus Generaciones y Semblanzas, “no fue alguno en el que él no fuese, no por deservir al Rey, ni procurar daño del Reyno, mas por valer é haber poder”.
Nació
en el seno de uno de los linajes castellanos de más antiguo abolengo,
el de los Manrique, estirpe de lejano parentesco con la casa de Lara.
Hijo del adelantado de Castilla Diego Gómez Manrique y de Juana de
Mendoza (“la Ricahembra”, hermana del almirante de Castilla Diego
Hurtado de Mendoza), tras la prematura muerte de su padre, acaecida en
la célebre batalla de Aljubarrota en 1385, vivió bajo la tutela de su
madre, quien al enviudar contrajo segundas nupcias con el almirante de
Castilla Alonso Enríquez —hijo del hermano gemelo de Enrique II,
Fadrique de Castilla, maestre de Santiago—, y contó con la protección de
su tío, el arzobispo de Santiago Juan García Manrique.
En
1405 le citan ya las crónicas como adelantado mayor de León y frontero
en el Obispado de Jaén, y participó en una entrada en tierras granadinas
con Diego Sánchez de Benavides y otros caballeros.
Debió
de ser por entonces cuando se le concedió también el oficio de notario
mayor del reino de León, aunque no se conoce la fecha precisa. En los
años siguientes, continuó interviniendo en diversas incursiones en el
reino de Granada con el infante don Fernando, regente del reino, como en
la campaña de Setenil de 1407 y en la toma de Antequera en 1410.
Al
morir en 1411 su primo Gómez Manrique, adelantado mayor de Castilla,
pretendió ejercer esta dignidad, que le había sido otorgada en su
infancia por Juan I, con ocasión de la muerte de su padre en 1385, pero
el infante Fernando se la negó.
A
su partida a Aragón en 1414, tras haber sido proclamado Rey dos años
antes, el infante le dejó junto con otros destacados magnates al frente
del gobierno castellano. Con Fernando reinando en Aragón, se constituyó
en Castilla, a instancias suyas, un “partido aragonés”, a cuya cabeza
estaban sus hijos, Enrique, maestre de Santiago, y Juan, duque de
Peñafiel, conocidos como los infantes de Aragón, partido en el que
militará Pedro Manrique.
Durante
los últimos años de la minoría de Juan II y a pesar de las crecientes
disensiones políticas en Castilla, sobre todo tras la muerte de los
regentes del reino —en 1416 falleció el monarca aragonés y en 1418 la
reina Catalina—, el adelantado de León consiguió mantenerse en el poder,
formando parte del Consejo de Regencia. A finales de 1418, las
desavenencias entre los infantes de Aragón dividieron a sus partidarios
en dos bandos. Pedro permaneció desde entonces al lado del infante
Enrique, a quien sirvió fielmente durante años. Tras ser proclamado
mayor de edad en las Cortes de Madrid de 1419, Juan II le designó para
formar parte de su gobierno y de la comisión recién creada para revisar
las dádivas y mercedes que hubieran de concederse. Pronto, sin embargo,
el creciente poder político del joven Álvaro de Luna y su ascendiente
sobre el Monarca provocaron el descontento de muchos nobles y también
del adelantado, que incluso tuvo que abandonar la Corte al haber
conseguido Álvaro que Juan II estableciese turnos para permanecer en el
Consejo Real.
En
julio de 1420, el infante Enrique, junto con el adelantado Pedro
Manrique y otros de sus partidarios, en un golpe de fuerza para hacerse
con el poder político, apresaron a Juan Hurtado de Mendoza, uno de los
privados del Rey, y secuestraron al propio Monarca en Tordesillas.
Después decidieron su traslado a Ávila, ciudad donde se celebraron
Cortes para legalizar estos graves hechos. Unos meses más tarde, en
noviembre de 1420, el adelantado de León participó también en el sitio
del castillo de Montalbán, donde se había refugiado el Rey tras huir del
dominio del infante con ayuda de Álvaro de Luna.
En
los años siguientes, Pedro Manrique siguió apoyando al maestre de
Santiago, a pesar de los esfuerzos de Juan II por apartarle de su
servicio. En 1422 fueron finalmente apresados en Madrid, por orden del
Rey, el infante y su mayordomo mayor Garci Fernández Manrique, pariente
del adelantado. Éste, que por seguridad se había retirado a su villa de
San Pedro, cercana a la frontera de Navarra, al recibir la noticia
decidió huir al reino de Aragón, lo mismo que otro de los partidarios
del infante Enrique, el condestable Ruy López Dávalos, refugiándose
ambos en la Corte de Alfonso V. Juan II intentó sin éxito que el monarca
aragonés le entregase a los huidos y, como castigo a la deslealtad de
Pedro, le confiscó todos sus bienes y rentas, así como el cargo de
adelantado mayor de León. Durante su estancia en Aragón, Pedro Manrique
continuó con sus intrigas políticas gracias a la colaboración de Juan
Martínez de Burgos, caballero que utilizaba para enviar mensajes a
Castilla y mantener el contacto con los suyos.
A
finales de 1425, el Rey perdonó al infante Enrique y también al
adelantado, que recuperó entonces sus bienes, mercedes y oficios. Desde
su regreso a Castilla, Pedro Manrique prosiguió con el mismo
comportamiento político que antes del exilio, firmando alianzas en su
nombre y en el del infante e intentando por cauces diversos ser admitido
en el Consejo Real, cuyo dominio centraba la lucha política.
En
1427, los infantes de Aragón —el maestre Enrique y Juan, rey de Navarra
desde 1425— alzaron tropas en Medina del Campo y en Ocaña y se pusieron
al frente de una gran Liga nobiliaria, a la que se unió Pedro, para
solicitar al Rey que moderase la autoridad del condestable Álvaro de
Luna.
En
agosto de ese mismo año, se creó una comisión arbitral constituida por
cuatro jueces —el almirante Alonso Enríquez, Fernán Alfonso de Robles,
el maestre de Calatrava Luis de Guzmán y Pedro Manrique—, comisión que
el día 4 de septiembre decidió el destierro de Álvaro, aunque el Rey
acabó por anular la sentencia.
En
1429 el adelantado, en un sorprendente giro político, abandonó el
partido de Enrique y el Monarca le recompensó por su fidelidad con la
villa de Paredes de Nava (Palencia). En los años siguientes, combatió
incluso en la frontera de Aragón y en Extremadura a los infantes y a su
hermano, el monarca aragonés Alfonso V, y se ganó la confianza del Rey,
que en 1431 decidió dejarle al frente del Gobierno del reino —“al
cuydado de los negocios publicos”— durante su ausencia en la Guerra de
Granada. En la carta real, otorgada en Medina del Campo el día 12 de
marzo, Pedro Manrique recibía de Juan II amplios poderes, con facultad
de juez supremo; su estrella política llegaba entonces a lo más alto.
Después
de firmar una tregua de cinco años con los reyes de Aragón y de
Navarra, Juan II de Castilla decidió reanudar personalmente la Guerra de
Granada, nombrando como Gobernador de Castilla y León a Pedro Manrique
(que se había resistido, pues prefería acompañarle a la guerra), “con
poderes bastantes para hazer justicia en todos sus reynos, e para oir, e
determinar qualesquier cosas que ante el viniesen, como su propia
persona”, según la Crónica de Juan II.
Tras
unos años de relativa calma, resurgieron en Castilla las conspiraciones
nobiliarias contra el gobierno personalista de Álvaro de Luna y de
nuevo el adelantado de León jugaría un papel destacado en las mismas. En
1437, y sin que se conozcan bien los motivos, el Rey ordenó que Pedro
Manrique —quien desde 1430 ocupaba un puesto preeminente en el Consejo—
fuese detenido mientras se investigaba su comportamiento. Por entonces,
el adelantado y el almirante Fadrique Enríquez alternaban su presencia
en la Corte, temiendo quizás ser apresados juntos.
Avisado
el almirante de lo sucedido, se retiró a su villa de Medina de Rioseco,
mientras Diego y Rodrigo Manrique, hijos del adelantado, huyeron a
Amusco, su casa solar, desde donde escribieron a todos sus parientes
para suplicar al Rey por la libertad de su padre.
Pedro
fue conducido al alcázar de Roa, bajo la custodia de Gómez Carrillo, y
se encargó el almirante de acordar con el Rey los términos de su
prisión, que se fijó en un plazo de dos años, con suaves condiciones y
autorización incluso para excursiones de caza.
Desde
Roa el adelantado de León fue trasladado, el 3 de abril de 1438, a una
prisión más rigurosa en la fortaleza de Fuentidueña, de donde huyó en la
noche del 20 al 21 de agosto de ese mismo año con su mujer y sus hijas,
descolgándose con cuerdas por una ventana del castillo. Unido con los
suyos en Medina de Rioseco y mientras Castilla vivía un clima prebélico,
escribieron al Rey manifestándole cuánto ganaría si separase de su
Corte y persona a Álvaro de Luna, prometiéndole volver a su servicio si
así lo hacía. Fue desoída la petición, pero afianzado su partido con el
apoyo de otros nobles y del infante Enrique, el Rey hubo de acceder a
parlamentar con ellos. Entre abril y junio de 1439 se celebraron cinco
conferencias, sin resultado satisfactorio, en las que Pedro Manrique
participó como representante de la insumisa nobleza.
La
última reunión, celebrada en Tordesillas entre los días 15 y 20 de
junio, terminó bruscamente al abandonar el rey Juan II la villa.
Tras
una serie de negociaciones frustradas y fortalecidos los rebeldes con
la adhesión a su causa del rey de Navarra, en octubre de 1439 tuvo lugar
una reunión en Castronuño, a la que asistió en calidad de juez el
adelantado, en la que se dieron por nulos todos los procesos abiertos
contra los coaligados y se acordó que el condestable saliese nuevamente
desterrado. En enero de 1440 Juan II huyó de Madrigal y se fortificó en
Cantalapiedra; los infantes consideraron entonces que el Rey no deseaba
cumplir los acuerdos de Castronuño y de nuevo lograron reunir una gran
coalición nobiliaria, a la que también se sumó Pedro Manrique. La Liga,
que consiguió el apoyo de importantes ciudades, obligó al Monarca a
negociar nuevamente en Bonilla de la Sierra. El triunfo de la nobleza
era evidente y a mediados de marzo de 1440, los vencedores, entre los
que estaba el adelantado de León, presentaron al Rey unos capítulos con
un duro alegato contra la tiranía de Álvaro de Luna y con un auténtico
programa de gobierno. En estos capítulos se llegaría a decir incluso que
el condestable había pretendido dar muerte a Pedro mientras estuvo
preso.
Entre
junio y septiembre de 1440 se celebraron Cortes en Valladolid. En esta
ciudad se encontraba el adelantado a mediados de septiembre firmando
nuevos pactos. Pocos días después, el 21 de septiembre, fallecía. El
cronista de Juan II, Fernán Pérez de Guzmán, recoge el rumor de un
posible envenenamiento al afirmar que “algunos quisieron decir que en la
prisión le fueran dadas yervas” y que por eso, desde entonces, Pedro
Manrique había estado enfermo. Añaden también las crónicas del reinado
que a causa del luctuoso suceso se retrasó la misa por el matrimonio del
príncipe Enrique con Blanca de Navarra y que todos los grandes nobles
de la Corte vistieron luto por el fallecido. En su testamento, otorgado
un día antes de su muerte, el adelantado ordenaba ser sepultado en la
capilla mayor del monasterio de Santa María de Valvanera, cenobio que él
había reconstruido y dotado.
Pedro
Manrique había casado con Leonor de Castilla, camarera mayor de la
reina María de Castilla e hija de Fadrique, duque de Benavente, bastardo
del rey Enrique II de Castilla y de Leonor de Castilla, hija bastarda
de Sancho, conde de Alburquerque, por lo que era prima hermana de
Enrique III de Castilla, de Fernando I de Aragón y de la reina Blanca de
Navarra, nietos todos ellos de Enrique II. Con Leonor tuvo ocho hijos y
cinco hijas. Los hijos fueron Diego Manrique, el primogénito,
adelantado mayor de León y después conde de Treviño; Rodrigo Manrique,
futuro conde de Paredes, condestable de Castilla, maestre de Santiago y
padre del poeta Jorge Manrique; Íñigo Manrique, que llegaría a ser
arzobispo de Sevilla y presidente del Consejo de los Reyes Católicos;
Pedro Manrique, señor de Ezcaray; Fadrique Manrique, señor de Hito;
Gómez Manrique, el conocido poeta; Juan Manrique, arcediano de Valpuesta
y protonotario apostólico; y García Fernández Manrique, señor de las
Amayuelas. Con el gran patrimonio familiar situado en tierras de
Palencia y de La Rioja el adelantado de León fundó seis mayorazgos para
todos sus hijos varones, excepto los religiosos. Sus hijas fueron
Beatriz Manrique, esposa del conde de Haro Pedro Fernández de Velasco;
Juana Manrique, que casaría con el conde de Castro Fernando de Sandoval,
adelantado mayor de Castilla; Leonor Manrique, mujer del duque de
Arévalo Álvaro de Zúñiga, justicia mayor de Castilla; Inés Manrique,
esposa del señor de Cañete Juan Hurtado de Mendoza, montero mayor del
Rey y progenitor de los marqueses de Cañete y de Valenzuela; María
Manrique, que se casaría con el señor de Fuentidueña Rodrigo de
Castañeda; Isabel Manrique, que lo haría con el señor de Oñate Pedro
Vélez de Guevara, y Aldonza Manrique, abadesa del monasterio de Santa
Clara de Calabazanos, fundación del linaje Manrique.
Fonte:
https://historia-hispanica.rah.es/biografias/27169-pedro-manrique
Este cavaleiro foi um dos personagens mais influentes das facções nobres e dos distúrbios que ocorreram durante o reinado de Juan II, porque, como afirma Fernán Pérez de Guzmán, em suas Gerações e Perfis, “não houve um em que ele não estivesse, não para servir ao Rei, nem para buscar o mal do Rei, mas por valor e por ter poder”.
Nasceu numa das mais antigas linhagens castelhanas, a dos Manrique, linhagem remotamente aparentada com a casa de Lara. Filho do avanço de Castela Diego Gómez Manrique e Juana de Mendoza ("a Ricafembra", irmã do almirante de Castela Diego Hurtado de Mendoza), após a morte prematura de seu pai, ocorrida na famosa batalha de Aljubarrota em 1385, viveu sob a tutela de sua mãe, que quando viúva se casou novamente com o almirante de Castela Alonso Enríquez - filho do irmão gêmeo de Enrique II, Fadrique de Castela, mestre de Santiago—, e contava com a proteção de seu tio, o arcebispo de Santiago Juan García Manrique.
Em 1405 as crónicas já o mencionam como avanço superior de Leão e fronteira no Bispado de Jaén, e participou numa entrada em terras de Granada com Diego Sánchez de Benavides e outros cavaleiros.
Deve ter sido nessa época que também lhe foi concedido o cargo de notário-mor do reino de Leão, embora a data precisa não seja conhecida. Nos anos seguintes, continuou a intervir em vários ataques ao reino de Granada com o infante D. Fernando, regente do reino, como na campanha de Setenil de 1407 e na tomada de Antequera em 1410.
Quando o seu primo Gómez Manrique, major avançado de Castela, morreu em 1411, tentou exercer esta dignidade, que lhe tinha sido concedida na sua infância por Juan I, por ocasião da morte do seu pai em 1385, mas o infante Fernando negou-lhe.
Ao partir para Aragão em 1414, depois de ter sido proclamado rei dois anos antes, o infante o deixou junto com outros magnatas proeminentes à frente do governo castelhano. Com Fernando reinando em Aragão, um “partido aragonês” foi estabelecido em Castela a seu pedido, liderado por seus filhos, Enrique, Mestre de Santiago, e Juan, Duque de Peñafiel, conhecidos como Infantes de Aragão, partido no qual Pedro Manrique serviria.
Durante os últimos anos da minoria de João II e apesar da crescente dissensão política em Castela, especialmente após a morte dos regentes do reino - em 1416 morreu o monarca aragonês e em 1418 a rainha Catarina - o avanço de Leão conseguiu manter-se no poder, integrando o Conselho de Regência. No final de 1418, divergências entre os soldados de infantaria de Aragão dividiram os seus apoiantes em dois lados. Desde então, Pedro permaneceu ao lado do Infante Enrique, a quem serviu fielmente durante anos. Depois de ser proclamado maior de idade nas Cortes de Madrid em 1419, João II nomeou-o para fazer parte do seu governo e da recém-criada comissão para rever os presentes e favores que deveriam ser concedidos. Logo, porém, o crescente poder político do jovem Álvaro de Luna e sua ascendência sobre o Monarca causaram o descontentamento de muitos nobres e também do avanço, que inclusive tiveram que deixar a Corte quando Álvaro conseguiu que Juan II estabelecesse turnos para permanecer no Conselho Real.
Em julho de 1420, o Infante Enrique, juntamente com o avanço Pedro Manrique e outros dos seus apoiantes, num golpe de força para tomar o poder político, prendeu Juan Hurtado de Mendoza, um dos soldados rasos do Rei, e raptou o próprio Monarca em Tordesilhas. Posteriormente decidiram transferi-lo para Ávila, cidade onde foram realizadas Cortes para legalizar estes graves acontecimentos. Poucos meses depois, em novembro de 1420, o avanço de Leão participou também no cerco ao castelo de Montalbán, onde o rei se refugiara depois de fugir dos domínios do infante com a ajuda de Álvaro de Luna.
Nos anos seguintes, Pedro Manrique continuou a apoiar o mestre de Santiago, apesar dos esforços de Juan II para afastá-lo do seu serviço. Em 1422, por ordem do rei, o infante e o seu mordomo-mor Garci Fernández Manrique, parente do adiantado, foram finalmente presos em Madrid. Este último, que por segurança se retirou para a sua cidade de San Pedro, perto da fronteira de Navarra, ao receber a notícia decidiu fugir para o reino de Aragão, assim como outro partidário do infante Enrique, o condestável Ruy López Dávalos, ambos refugiados na Corte de Alfonso V. João II tentou, sem sucesso, fazer com que o monarca aragonês lhe entregasse os fugitivos e, como punição pela deslealdade de Pedro, confiscou todos os seus bens e rendimento, bem como o maior adiantamento de León. Durante a sua estadia em Aragão, Pedro Manrique continuou as suas intrigas políticas graças à colaboração de Juan Martínez de Burgos, um cavalheiro que utilizou para enviar mensagens a Castela e manter contacto com o seu povo.
No final de 1425, o rei perdoou o infante Enrique e também o adiantamento, que recuperou então os seus bens, subvenções e cargos. Desde o seu regresso a Castela, Pedro Manrique continuou com o mesmo comportamento político de antes do exílio, assinando alianças em seu nome e no do infante e tentando por vários canais ser admitido no Conselho Real, cujo domínio era o foco da luta política.
Em 1427, os soldados de infantaria de Aragão - Meistre Enrique e Juan, rei de Navarra desde 1425 - reuniram tropas em Medina del Campo e Ocaña e colocaram-se à frente de uma grande Liga nobre, à qual Pedro aderiu, para solicitar ao Rei que moderasse a autoridade do condestável Álvaro de Luna.
Em agosto desse mesmo ano, foi criada uma comissão arbitral composta por quatro juízes - o almirante Alonso Enríquez, Fernán Alfonso de Robles, o mestre de Calatrava Luis de Guzmán e Pedro Manrique - comissão que em 4 de setembro decidiu o exílio de Álvaro, embora o rei tenha acabado por anular a sentença.
Em 1429 o avanço, numa surpreendente viragem política, abandonou o partido de Enrique e o Monarca recompensou-o pela sua lealdade à vila de Paredes de Nava (Palência). Nos anos seguintes, chegou a lutar na fronteira de Aragão e na Extremadura contra os soldados de infantaria e o seu irmão, o monarca aragonês Alfonso V, e conquistou a confiança do Rei, que em 1431 decidiu deixá-lo à frente do Governo do reino - "encarregado dos negócios públicos" - durante a sua ausência na Guerra de Granada. Na carta régia, concedida em Medina del Campo em 12 de março, Pedro Manrique recebeu amplos poderes de Juan II, com o poder de juiz supremo; Sua estrela política alcançou então o topo.
Depois de assinar uma trégua de cinco anos com os reis de Aragão e Navarra, João II de Castela decidiu retomar pessoalmente a Guerra de Granada, nomeando Pedro Manrique como Governador de Castela e Leão (que havia resistido, preferindo acompanhá-lo à guerra), “com poderes suficientes para fazer justiça em todos os seus reinos, e para ouvir e determinar tudo o que se apresentasse diante dele, como sua própria pessoa”, segundo a Crônica de João II.
Após alguns anos de relativa calma, nobres conspirações contra o governo personalista de Álvaro de Luna ressurgiram em Castela e novamente o avanço de Leão desempenharia nelas um papel de destaque. Em 1437, e sem que os motivos sejam bem conhecidos, o Rei ordenou que Pedro Manrique - que ocupava um cargo de destaque no Conselho desde 1430 - fosse detido enquanto o seu comportamento era investigado. Naquela época, o avanço e o almirante Fadrique Enríquez alternavam a presença na Corte, talvez temendo serem presos juntos.
Quando o almirante foi informado do ocorrido, retirou-se para sua villa em Medina de Rioseco, enquanto Diego e Rodrigo Manrique, filhos do comandante, fugiram para Amusco, sua casa ancestral, de onde escreveram a todos os seus familiares para implorar ao rei a liberdade de seu pai.
Pedro foi levado para a fortaleza de Roa, sob a custódia de Gómez Carrillo, e o almirante ficou encarregado de acordar com o rei os termos da sua prisão, que foi fixada por um período de dois anos, com condições brandas e autorização até para excursões de caça.
De Roa, o avanço de Leão foi transferido, em 3 de abril de 1438, para uma prisão mais rigorosa na fortaleza de Fuentidueña, de onde fugiu na noite de 20 para 21 de agosto desse mesmo ano com a esposa e as filhas, descendo com cordas de uma janela do castelo. Unidos com os seus em Medina de Rioseco e enquanto Castela vivia um clima pré-guerra, escreveram ao rei dizendo-lhe quanto ganharia se separasse Álvaro de Luna da sua corte e da sua pessoa, prometendo-lhe regressar ao seu serviço se o fizesse. O pedido foi ignorado, mas com o seu partido fortalecido com o apoio de outros nobres e do infante Enrique, o rei teve de concordar em negociar com eles. Entre abril e junho de 1439 foram realizadas cinco conferências, sem resultados satisfatórios, nas quais Pedro Manrique participou como representante da nobreza rebelde.
A última reunião, realizada em Tordesilhas entre 15 e 20 de junho, terminou abruptamente com a saída do rei Juan II da cidade.
Depois de uma série de negociações frustradas e dos rebeldes fortalecidos com o apoio do rei de Navarra à sua causa, em outubro de 1439 teve lugar em Castronuño uma reunião, da qual participou como juiz do avanço, na qual todos os processos abertos contra a coligação foram declarados nulos e sem efeito e foi acordado que o condestável seria novamente exilado. Em janeiro de 1440, Juan II fugiu de Madrigal e fortificou-se em Cantalapiedra; Os soldados de infantaria consideraram então que o rei não desejava cumprir os acordos de Castronuño e mais uma vez conseguiram montar uma grande coligação nobre, à qual também se juntou Pedro Manrique. A Liga, que conquistou o apoio de cidades importantes, obrigou o Monarca a negociar novamente em Bonilla de la Sierra. O triunfo da nobreza era evidente e em meados de março de 1440, os vencedores, entre os quais estava o avanço de Leão, apresentaram ao rei alguns capítulos com um duro apelo contra a tirania de Álvaro de Luna e com um autêntico programa de governo. Nestes capítulos dir-se-ia mesmo que o guarda tentou matar Pedro enquanto este estava preso.
Entre junho e setembro de 1440, as Cortes foram realizadas em Valladolid. O avanço foi nesta cidade em meados de setembro assinando novos acordos. Poucos dias depois, em 21 de setembro, ele morreu. O cronista de Juan II, Fernán Pérez de Guzmán, regista o boato de um possível envenenamento afirmando que “alguns queriam dizer que lhe foram dadas ervas na prisão” e por isso, desde então, Pedro Manrique estava doente. As crónicas do reinado acrescentam ainda que por causa do trágico acontecimento, a missa do casamento do Príncipe Enrique com Blanca de Navarra foi adiada e que todos os grandes nobres da Corte vestiram-se de luto pelo falecido. No seu testamento, concedido um dia antes da sua morte, o adiantamento ordenava que fosse sepultado na capela-mor do mosteiro de Santa María de Valvanera, mosteiro que mandou reconstruir e doar.
(Al parecer, fue tan voraz que se quemó totalmente, excepto la capilla
mayor. Durante el siglo XV, el principal promotor de las nuevas obras de
la iglesia, cuyo cuerpo principal estuvo terminado para 1464, fue Pedro
Manrique de Lara a quien sucedió su hijo, Diego Gómez Manrique, en el
empeño de proteger la abadía Procedente de la época románica del
monasterio es la talla que se ha conservado dedicada a Nuestra Señora de
Valvanera. Se encuentra en el camarín de la iglesia del monasterio. Es
una escultura de gran tamaño, en bulto redondo, tallada sólo de frente y
con la espalda plana, aunque el asiento está esculpido también por
detrás. Mide 109 cm de altura x 40 cm de anchura. Esta imagen en madera
dorada y policromada es sedente, y con Niño en el regazo.
Fonte: https://www.romanicodigital.com/el-romanico/imagenes-romanico/virgen-valvanera)
Pedro Manrique tinha casado com Leonor de Castela, camareira-mor da rainha Maria de Castela e filha de Frederico, duque de Benavente, bastardo do rei Henrique II de Castela e de Leonor de Castela, filha bastarda de Sancho, conde de Alburquerque, pelo que era prima-irmã de Henrique III de Castela, de Fernando I de Aragão e da rainha Branca de Navarra, todos netos de Henrique II. Com Leonor teve oito filhos e cinco filhas. Os filhos foram Diego Manrique, o primogênito, prefeito de León e posteriormente conde de Treviño; Rodrigo Manrique, futuro conde de Paredes, condestável de Castela, mestre de Santiago e pai do poeta Jorge Manrique; Íñigo Manrique, que se tornaria arcebispo de Sevilha e presidente do Conselho dos Reis Católicos; Pedro Manrique, senhor de Ezcaray; Fadrique Manrique, senhor de Hito; Gómez Manrique, o conhecido poeta; Juan Manrique, arquidiácono de Valpuesta e protonotário apostólico; e García Fernández Manrique, senhor dos Amayuelas.
Com o grande patrimônio familiar localizado nas terras de Palência e La Rioja, o líder leonino fundou seis propriedades para todos os seus filhos do sexo masculino, exceto os religiosos. Suas filhas foram Beatriz Manrique, esposa do Conde de Haro Pedro Fernández de Velasco; Juana Manrique, que se casaria com o conde de Castro Fernando de Sandoval, prefeito de Castela; Leonor Manrique, esposa do duque de Arévalo Álvaro de Zúñiga, presidente do tribunal de Castela; Inés Manrique, esposa do Senhor de Cañete Juan Hurtado de Mendoza, caçador-chefe do Rei e progenitor dos Marqueses de Cañete e Valenzuela; María Manrique, que se casaria com o senhor de Fuentidueña Rodrigo de Castañeda; Isabel Manrique, que o faria com o senhor de Oñate Pedro Vélez de Guevara, e Aldonza Manrique, abadessa do mosteiro de Santa Clara de Calabazanos, fundação da linhagem Manrique .
https://historia-hispanica.rah.es/biografias/27169-pedro-manrique
Fonte: https://www.digitale-sammlungen.de/en/view/bsb10264841?page=7
https://archive.org/details/629_20250318/page/11/mode/1up